En
esta entrega especial para el estudioso del tema del turismo y esta modalidad
de reciente bautismo pero de larga existencia, tratamos de presentar un enfoque
sobre el ecoturismo compatible con una irrebatible realidad: no se puede
pretender que las investigaciones científicas y el rigor de la metodología se
coloquen como ejercito opositor en una solapada lucha por sustituir al turismo
de sol, playa y arena por el ambientalmente amigable ecoturismo. Nuestro
enfoque es el enfoque turístico, de desarrollo e integración de las prácticas
de respeto a los ecosistemas y con ello a todos los elementos que los
compongan.
En
ese sentido es propicio valorar que el mismo ha sido asumido en la práctica por
muchos proyectos tradicionales, algunos de los cuales poseen dentro de su
oferta, practicas relacionadas al ecoturismo, o un departamento de ecoturismo,
el cual se encarga de estas actividades integradoras, las cuales se enmarcan en
dos aspectos:
1. La
integración de mayor conciencia conservacionista dentro del mismo proyecto.
2. La
asociación con proyectos de exclusivas prácticas conservacionistas, para
incluir dentro de las ofertas del proyecto tradicional visitas y convivencias
de corte ecoturístico.
Indefiniciones
Propicio
es plantear un nivel de indefiniciones presente en el marco teórico del
ecoturismo, el cual tiende a causar balbuceos e imprecisiones a la hora de
hablar sobre el tema. Se trata de la
tendencia a llamar de manera indiferente a la actividad como ecoturismo,
turismo de la naturaleza o turismo de aventura. Debemos hacer notar que el
ecoturismo es incluyente, pero no sinónimo de una práctica de turismo natural.
Y es que, basados en su misma concepción teórica, en la génesis de su nombre,
el ecoturismo comparte con la ecología, la rama de la biología que estudia la
relación de los seres vivos con su hábitat. Es decir, que estamos ante
prácticas de ecoturismo al entrar en contacto con el hábitat natural de un
conglomerado determinado, siempre que su modo de vida sea amigable con la
conservación del medio ambiente. La práctica no se limita al contacto con el
campo, la flora, la fauna y demás factores naturales.
Existen
comunidades de escaso tecnicismo naturalista, pero con arraigadas costumbres de
vida natural, cuyas aldeas o poblados se convierten en el centro de los más
interesantes proyectos ecoturísticos (citamos una vez más, como ejemplo,
practicas de esta índole en la selva Lacandona, en el estado mexicano de
Chiapas).
Por
otro lado, el denominado turismo de aventuras puede o no ser amigable con el
medioambiente. Siempre que se circunscriba a prácticas que no dañen el
ambiente, es decir “de bajo o ningún impacto ambiental”, podrán entonces ser
practicas insertadas dentro del ecoturismo. Pero debemos recordar que no es
ecoturismo nada que signifique emisión descontrolada de CO, refrigerantes,
destrucción de plantas, destrucción de vida acuática, destrucción de arrecifes
de coral, envenenamiento de aguas, o cualquier otra practica de naturaleza lesiva
al medio ambiente.
PRINCIPALES
ASPECTOS A DEFINIR PARA
LA ELABORACION DEL PLAN
Ahora
nos centraremos en los pasos para la elaboración del plan de desarrollo de un
proyecto ecoturístico, sin reparar en las salvedades previas.
1. Definir
el inventario de atractivos ecoturísticos: como en todo proyecto, en todo
documento estratégico, hay que definir los recursos disponibles como parte de
la oferta ecoturística. Debemos tener muy claro con que cuenta la zona y el
nivel de atractivo que pueda esto generar. Pero esa calibración es paso
posterior. Sigamos con el inventario. Es importante jerarquizar estos recursos
de acuerdo a su importancia, disponibilidad e interés generado. En este punto
lloveremos sobre mojado. Debemos contar con un inventario tan amplio y variado
que permita su depuración, incluyendo la eliminación de los menos atractivos, y
donde podamos garantizar la estadía entretenida del turista por una cantidad de
tiempo determinada o aproximada. Un observatorio de aves puede ser muy
interesante. Pero a medidas que pasan las horas se puede tornar menos
interesante y más “exclusivo”, llegando a generar el aburrimiento de una alta
proporción de turistas, hambrientos de “más”, y quedando solo para los más
estudiosos de las aves. Mal negocio, aburrir al turista durante las actividades
que deben ser entretenidas. Por eso la variedad en el inventario debe ser
amplia, que permita trazar rutas interesantes y nunca monótonas.
2. Planificación
de rutas: es en base al inventario que estaremos planificando las rutas o
senderos. No deben cubrirse tantos atractivos que falte tiempo para
disfrutarlos a plenitud, ni tan pocos que se monotonice la actividad. El
turista está pagando para ser entretenido, y esa es una verdad sin discusión.
El hecho de que participe de nuestra operación constructiva y conservadora del
medio ambiente no cambia su naturaleza de cliente que busca emociones. Y en la
monotonía no hay emoción gratificante.
3. Definición
aproximada de la “Capacidad de Carga”: se refiera a la cuantificación
aproximada del número de personas que pueden visitar de manera simultánea o en
un período determinado la zona en cuestión, sin causar impacto negativo. Esta
definición está estrechamente ligada a la Evaluación de Impacto Ambiental.
4. Evaluación
de Impacto Ambiental (EIA): este pertenece de manera exclusiva a expertos
ambientalistas, capaces de definir el volumen de impacto negativo que pueda ser
causado por las modificaciones necesarias al ecosistema para adaptarlo a la
práctica ecoturística, y el que puedan causar los visitantes en materia de
contaminación, erosión, o daños colaterales a las formas de vida presente en la
zona.
5. Estructuras
colaterales de servicio: con este nombre podemos generalizar toda la estructura
necesaria para brindar los servicios básicos a los visitantes: alojamiento,
comidas y bebidas, energía y agua potable, facilidades médicas, facilidades de
telecomunicaciones, opciones de manejo financiero, etc. Estas estructuras
dependerán en gran medida del grado de desarrollo de la comunidad visitada y
del grado de compenetración pretendida entre el cliente y el prestador
de
servicios. Es así como podemos encontrar proyectos ecoturísticos con cabañas de
aspecto típico de la zona, pero con las debidas comodidades internas, pero
también podemos encontrar casos como los de comunidades indígenas, donde la
experiencia de vida del turista se centra en la misma experiencia del nativo.
El turista vive en una de sus casas, como lo que ellos comen, aprende sus
métodos de cocción de alimentos, sus prácticas cotidianas de supervivencia, y
agota una experiencia de baja inversión pero de alto retorno. Aprovechamos acá
para regresar a la intención de una mayor integración de la actividad turística
tradicional con las prácticas del ecoturismo. La experiencia precedente puede
formar parte de un paquete turístico tradicional. Muchos de los visitantes a
las comodidades de sol, playa y arena buscan una pequeña brecha, una hendija
que les permita escaparse de lo tradicional por unas horas, por un par de días,
pero luego regresar a los placeres de la mezcla de lo natural con lo
artificial. Punto este de pertinente manoseo, pues estos tres elementos, sol,
agua y arena, no dejan de ser naturales, tan naturales como la mejor opción del
mercado del ecoturismo. Lo que ha ocurrido es que la práctica de un turismo no
sostenible ha tornado esta sana actividad en una con alto grado de
contaminación, o en el mejor de los casos enemiga indirecta de muchos
ecosistemas.
6. Evaluación
de las posibilidades: hay que someter el inventario al escrutinio de expertos
en el área turística, quienes estén a la vanguardia en conocimientos del área y
de las tendencias del mundo en materia de ecoturismo. Estos expertos, agrupados
en ONG’s, en entidades oficiales, en operadores de viajes o de “tours”, son los
que definirán el éxito o fracaso en términos de afluencia organizada de público a la oferta turística que estamos
preparando.
7. Plan
de mercadeo: en este aspecto deberán intervenir expertos en el manejo de las “4
P’s”, las cuales son: producto, precio, plaza y promoción. No es materia para
establecer criterios obnubilados por la falta de práctica y experiencia, pues
de este plan depende la salud del proyecto.
8. Finanzas:
como en todo plan de negocios, este es un aspecto fundamental para el
desarrollo de un proyecto ecoturístico. Ciertamente en términos comparativos la
actividad ecoturística es menos exigente, menos costosa que la actividad
tradicional, pero si se trata de turismo serio existen factores a considerar
los cuales requieren la apropiada inversión económica.
9. Integración
de la comunidad: aspecto de singular importancia, el cual hemos tratado a
profundidad anteriormente en este texto.
Igualmente
deben definirse los niveles de retorno esperados para los gestores del
proyecto, para la comunidad huésped y para su reinversión en el proyecto de
crecimiento sostenible de esta industria amiga de lo no contaminante.
Todo
este plan deberá ser complementado por un programa de educación que incluya los
aspectos estudiados anteriormente sobre este campo. Este proceso será por
necesidad hijo de una serie de regulaciones y normas que deberán ser elaboradas
como complemento ineludible para todas las prácticas y para todos los
practicantes y visitantes del proyecto, aspectos estos que deberán ser
considerados con detenimiento en la elaboración del plan.
En
gran medida, este un modelo adaptable para el establecimiento de cualquier
proyecto turístico, sin la necesidad de que se defina dentro de los parámetros
el ecoturismo. Este se encuentra permanentemente abierto a la inclusión de
ideas constructivas y enriquecedoras, pues se trata de la optimización de las
prácticas que componen y han de componer esta modalidad de turismo que se erige
como aliada a la conservación del medioambiente y por ende de la vida sobre el
planeta tierra.
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